Hace mucho tiempo, en una galaxia lejana, muy lejana…
En Orión se produjo una batalla estelar encabezada por un ser denominado Satanael. Aquella entidad dirigió una rebelión que propugnaba un cambio en la dinámica del Plan Cósmico. Satanael no estaba de acuerdo en que la humanidad sea la civilización que debía “salvar a las otras” a través de un proyecto que no había tenido en cuenta a las propias civilizaciones de Orión.
La insurrección de Satanael, realidad no había germinado en Orión. Era una postura generada por otra entidad, no extraterrestre, sino procedente del mismísimo Universo Mental. Los seres que viven allí son de energía pura, y actúan como co-creadores en el Universo Material.Por tanto nos hallamos ante un ser poderoso e impensable. Un Helell o “resplandeciente”. Fue en el Universo Mental donde se delinearon los pasos del Plan Cósmico. Según sabemos, ello se dio a través de un “Concilio de los Helell”. No obstante, una de las entidades no estuvo de acuerdo en que el proyecto sea aplicado a una nueva humanidad, proponiendo que sean las civilizaciones extraterrestres ya existentes —como la de Orión— las depositarias de los cambios para corregir el estancamiento evolutivo en que el Universo Material se hallaba sumido. Pero las cosas no se podían hacer así. Introducir cambios tan gravitantes en las antiguas civilizaciones extraterrestres resultaba peligroso; todas ellas habían venido experimentando un orden mental, un patrón heredado de los propio Helell, y cambiar drásticamente de enfoque podría generar el colapso. Se tenía que empezar de cero. Empezar con una nueva humanidad en donde se puedan medir, gradualmente, los cambios, y en consecuencia las respuestas que brindaría este proyecto para todo el Universo.